domingo, 25 de octubre de 2009

El Pelotudo.

Ayer salimos. Fuimos a Gotika. Ya sé, dije que no iba más, que eran siempre las mismas caras, pero ahora se está poniendo bueno. No sé si es el calorcito o qué mierda. Seba, Ana, Lisandro y dos amigas de Ana. La pasamos realmente bien, o al menos yo lo hice. Me crucé a mucha gente que valía la pena saludar y por suerte, a nadie que quisiera evitar.
A eso de las 6, medio blind por el flash, me voy. Caminé hasta Oroño buscando taxi. Siento una bocina, y en un acto reflejo, me doy vuelta. Todos lo hacemos si sentimos dos bocinazos cerca. Pero no esperamos que sean para nosotros, no sé por qué giramos. Pero esta vez era distinto, sí eran para mí.
Me acerco a la ventanilla del acompañante para saludarlo.
-Adónde vas?
Es mi vecino. Con el que me acuesto cuando tengo ganas. Esa es la relación que tenemos... o que teníamos hasta ayer a la noche.

El loco me produce muchas cosas, pero nunca se lo dije. Hasta ese momento. Su cuerpo me gusta. Porque lo conozco, y me conoce. Me gustan sus piernas, su espalda y sus brazos. Me gusta su voz. Me gusta su olor. Nada más. Siempre es lo mismo. Un par de mensajes, y ya está, a la media hora estamos ahí, en cumbia.
Yo siento algo por el loco, pero él no lo sabe. Sabés que siento? Cuando él habla, siento algo en el estómago. Las cosas que dice. Cómo lo dice.

La camioneta avanzaba por Pellegrini, y en un momento, sin que me diera cuenta, se desvió del camino, alejándose de Barrio Parque. Se lo digo. No se lo digo. Se lo digo. No se lo digo. Me quemaba. Cada cosa que decía me incitaba a decirlo. Yo estaba medio borracho, sí. No mucho, al punto de la desvergüenza nomás.

Yo sabía que si lo decía, las cosas cambiaban, iban a cambiar para siempre. Y el no iba a ser más una fija. La necesidad de decírselo ya se hacía imposible de aguantar.
-Cuando lleguemos a casa- me dije a mi mismo.
Así la vergüenza tendría menos tiempo de desarrollarse en la escena. Se lo digo, me bajo rápido, abro la puerta y subo corriendo.

Y así lo hice. Cuando llegamos a la puerta de mi casa, él estaba hablando, había hablado todo el viaje, pero no sé cuál era el tema de conversación en ese momento. Él hablaba, hablaba. Esperé a que se callara. Me miró, sabía que se venía. Quizás el sex on the beach, los gancias y la cerveza me ayudaron. Obvio. Así, en un segundo, se lo dije:
- Me caés mal.


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viernes, 23 de octubre de 2009

smoke it.

Ok. 10:21 de la mañana. Yo no tendría que haber desayunado, porque cuando desayuno me aplasto. Tengo muchas cosas para hacer pero estoy bajo los efectos del café con leche.
Ubicate. Para entender lo que te voy a contar. Yo tenía 15 años. 20 de diciembre de 2004. Esa noche iba a salir con un grupo de gays (bastante más grandes que yo) que a decir verdad, hubiera sido mejor no conocerlos. Cuestión que la salida se cae y yo me voy, a la 1 de la mañana, a un ciber del ahí del centro. No tenía mucha gente en el msn, y en ese tiempo entraba a viarosario.com a chatear. Me hablan. Porteño, dijo. 19 años. Estudiaba odonto acá. Camarita de los dos lados, y flash. El más hermoso que había visto en toda mi vida. Por dios, que morocho, esa boca. Esa boca. Me dice que le gusto. Cuando uno tiene autoestima baja, que te digan eso te produce algo raro. Como una desconfianza, no sé. Me dice que vaya a la casa, que está solo. Obviamente le digo que no.
21 de diciembre. Acompaño a mi papá a hacer un trámite en la facultad de medicina. Está al lado de la de odonto, sobre Santa Fe, donde corta Francia. Ahí, a diez cuadras de mi casa. Mi papá me da plata y me quedo en un ciber de esa misma esquina. Me dan una cabinita de esas de mirar porno, tiene un contact en los vidrios que simula un vitreaux. Lo veo conectado, y espero a que él me salude. Me pide la camarita y yo, que estaba decente, se la acepto.
-Estás hermoso.
-Muchas gracias...
-Vos estás en el ciber de Francia y Santa Fe, en la cabina dos.
-Cómo sabés?
-Porque yo vivo en el edificio de arriba, y la cabina dos es la unica que tiene camarita.
Ah, bien. Me agarró un pavor que no te imaginás. Me golpean la puerta de la cabinita. La abro, y sí. Metro ochenta y dos. Me parecía sumamente alto. Sumamente hermoso. Subís a tomar unos mates?...Dale.
Nos sentamos en el balcón del depto y estuvimos charlando horas. Tenía una conversación re copada, y le interesaba lo que yo le contaba. Te juro que creí que tenía cero chance con el loco. En un momento entramos y nos sentamos en la cama. Y ahí. Ahí nos besamos. Diooos. Tendrían que hacer una réplica de su boca para que uno la pueda tener en su mesa de luz. Se fue poniendo quenchi la cosa. Y yo, que sé hasta donde llegar, esa vez pensé: "tiene que ser ahora, porque no creo que lo vuelva a ver. Y no me lo pienso perder." Así que así.
El 16 de enero nos pusimos de novios. Estábamos muy bien. No sé él, pero yo estaba muy enamorado. Me acuerdo patente de ese momento. Los dos en la cama de abajo de una cucheta. La persiana baja, afuera amanecía. El sol, de fuego, nos espiaba por las ranuras. Era bastante cinematográfica la imagen.
Nunca entendí bien por qué me cortó. Pero me destruyó. Quizás porque yo era muy chico, no sé. Cuatro meses fue muchísimo para mí. Y se fue con toda mi confianza en mí. Con todo mi amor propio. Con toda mi adolescencia traducida en un dolor terrible, en lágrimas que parecían secarme, pero no. Siempre hubo más lágrimas para llorar.
Te cuento esto porque anoche estuve pensando que quizás fu ésto lo que hace en gran parte, que yo hoy por hoy sea como soy. Que todavía sienta ese miedo cuando alguien me dice que le gusto. Que haya tenido varios intentos de relación y que todos hayan sido un fracaso. Que la última, de un año, fue terriblemente conflictiva. Qué carajo pasa?